Es extraordinario descubrir lo que guarda en su interior… una infinidad de pelotillas blancas, viscosas y pegajosas… que por cierto ¡no se comen!... es como una procesión apelotonada… de verás que sorprende…tanto que si no la abres, y la agitas, logras oír su sonido. Una vez pelada… porque la piel es muy dura y resulta imposible de comer, se te resbala en las manos.
La primera receta (porque hoy damos dos) es una grillée de papaya. Para ello después de pelarla y cortarla en rodajas… la ponemos haciendo una capa en una bandeja horneable. Después de la primera capa, se pone una de jamón, otra de queso, y se vuelve a poner una de papaya… así tres o cuatro capas repitiendo la misma operación. Después se recubre todo con una lata de tomate líquido, se espolvorea con hiervas aromáticas, pimienta, sal y queso de fundir a cascoporro. Se mete al horno durante cuarenta y cinco… y si se quiere se acompaña con arroz… un plato exquisito.
La segunda receta es muy facilita y un buen acompañante para carnes y pescados… un puré de papaya. Para ello basta con cocer la papaya cortada en trozos pequeños junto con agua y abundante sal (sobretodo con la papaya verde, ya que es bastante dulce). En media hora estará lista, es entonces cuando se le agrega una cucharada de mantequilla, otra de aceite de oliva, pimienta y queso…y se remueve hasta conseguir el puré. También para darle el último toque se puede pasar por el horno unos minutos, consiguiendo con ello una mejor presencia en el gusto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario