jueves, 30 de octubre de 2008

LE CARBET






El jueves veintitrés de Octubre, todos los profesores de la Isla cogían sus primeras vacaciones, diez días que vendrán de lujo!!
Esa misma jornada quedamos con Rocío y Tomás que bajaban del norte…y como el viernes pasado, Silvia organizaba una fiesta en la residencia de Lamentin. Hoy por fin, llegamos, después de lo sucedido la semana pasada…vaya sitio para hacer fiestas madre mía: caben las personas que quieras porque tiene sitio por todos los lados, interiores, exteriores…ideal para estos eventos… y lo mejor de todo: te puedes quedar a dormir!!...hay habitaciones tantas que no las llenas!!
Las vacaciones ya comenzaron bien, relajadas, con ti punch, y rodeados de buena gente (en la fiesta los de habla inglesa más chuzos que Perry…y los españoles les íbamos a la zaga…mientras que los martiniqueños eran el monopolio…con ésa música que por aquí se escucha. En otro capitulo seguramente os contemos en lo que consiste el zouk).
Al levantarnos y desayunar…cada uno cogió un destino diferente. En nuestro coche, los que empezamos este viaje: Tomás, Rocío, y nosotros.
De Lamentin camino Fort de France pasando por el taller mecánico (para recoger la rueda que nos estaban arreglando y no nos han arreglado… parece ser que no pierde aire, o bueno creemos que, no les ha dado la gana, porque hemos pasado a por ella dos veces en la semana y no estaba hecho lo que les pedimos…el asunto es que la hinchamos y no perdía aire, pero se la dejamos para quitar un tornillo que tiene incrustado…la rueda sigue como se la dejamos…y el coche todo una furia, sigue sin gustarnos, pero anda bien) la recogimos y con la misma aparcamos en una de las playas de Schoelcher. La de Anse Madame, que tiene barraca…en la que nos dimos un bañito muy suculento, y eso que a causa de la ola gigante gran parte de la arena se ha ido, quedando al descubierto muchas piedras, que hacen dañino el acceso al agua…una vez metidos todo perfecto!! Agua clara, templada (cuando pillas una corriente de agua fría es gusto superior!!).
Comimos, llenamos deposito (treinta litros cuestan la suculenta cifra de cuarenta y siete euros!!)…y partimos hacia el norte… comenzamos a ver un paisaje totalmente diferente, selvático; que alegría!!
Las imágenes se empezaron a asemejar a las que traíamos (el sur está bien, pero es lo más turístico…la esencia está en el norte)…sin dejar de ver (en tres días) el punto más alto de la Isla, la Montagne Pelée (1.350 m.), aunque pocas veces lo vimos completo ya que una gran nube merodeaba siempre encima.
Los pueblos son más pequeños, también más bonitos, denotan más autenticidad…se ve más el día a día. Case Pilot, Bellefontaine, y paramos por fin en Carbet…que sería el campamento base ya que Rocío tiene allí una casa en la montaña, por la zona llamada Le Morne –Vert.
Le Carbet tiene una playa que no se logra ver entera (por su curva), de arena negra…bar, restaurante y chiringuito (con unos camareros muy cachondos!!), música en directo, palmeras, a nuestro costado el Pelée y a nuestras espaldas los Pitons du Carbet, unos montes llenos de bambú, árboles frutales… y pitones (de ahí su nombre).
Después del baño y la correspondiente sesión de chiringuito (con una puesta de sol magnífica, creo que la foto lo constata) se unió al grupo Elizabeth, la chica americana que iba con nosotros el día que se paró nuestro coche.
Con el equipo ya al completo, las buenas vibraciones comenzaron a sucederse. Las vacaciones, las pocas preocupaciones...el dejarse llevar. Para cenar subimos más al norte, a la antigua capital antes del desastre volcánico, St-Pierre. Se ve colonialismo, el mercado, el ayuntamiento, y algunas pocas casas más…cenamos chino, estuvimos en una terraza que olía fatal (los camiones cisterna estaban desatascando en la bocacalle siguiente), y con la misma para casa a ver estrellas…una noche fenomenal para ver fugaces (que alguna vimos!!).
La mañana siguiente la volvimos a pasar en la playa de Carbet...ésta vez junto a Joaquín, Conchi y Carlos, más los que ya estábamos…también tuvimos homenaje en el chiringuito. Para comer a St-Pierre (carne roja, huevos con patatas fritas…que guatazo!!)…con una sobremesa muy extendida (conocimos a un tipejo súper chiflado del País Vasco, no se le entendía ni papa…vaya cuelgue…un alpinista). Tras ella, nos volvimos a quedar el equipo. Para la tarde el plan era subir más al norte, hacía un pueblo de pescadores…donde si llegas por la mañana, pronto, puedes ir en barco con ellos, Pecheur. Pequeñito, con playa (mayormente de piedras)…fuimos por una carretera costera, sin dejar nunca de ver la mar. Recorrimos el pueblo, hicimos fotos, vimos monumentos (a esclavos), nos bañamos y volvimos a ver una puesta de sol (en el agua) maravillosa; con colores magenta, naranjas…una pasada. Éste maravilloso día, quizá el mejor que llevamos en la Isla lo finalizamos como no podía ser de otra manera: en el chiringuito de la Grand-Anse de Le Carbet…había concierto de música cubana, un trío, nos atrevimos también con el mojito!! Ver estrellas, y a dormir.
El domingo nos trasladamos para el interior, a las proximidades de Morne-Rouge…con carreteras ciertamente insufribles, llenas de curvas, estrechas, de esas que no te permiten desplazar el dedo del claxon. En principio queríamos ver la casa donde había vivido Gauguin cinco meses. La buscamos, pero tan solo dimos con un monasterio, Ste. Marie des Anges, con unas vistas asombrosas…y con un museo ruta guiada por un paraje, al que no entramos, un paseo nunca puede costar siete euros. Desde ahí intentamos subir a Fonds St-Denis. Pero nos tuvimos que dar la vuelta dado que la carretera ahora si que ya no estaba ni asfaltada, con socavones…no era como para el Peugeot 106 Kit. Bajamos, fuimos hasta St-Pierre, y desde allí cogimos una carretera que ahora si, por fin nos llevaría a Fond St-Denis…una villa preciosa, rodeada de vegetación (de la que nos llevamos mandarinas y fruitapain con las que tiraremos parte de la semana) de color verde intenso. Pasamos allí toda la mañana hasta que ya el cuerpo nos pedía un baño, imaginaos, somos adictos a lo bueno…Le Carbet, con su playa, su chiringuito (los domingos encima hacen sesión de dj…dando un ambiente fantástico, ibicenco)…y su puesta de sol.
Con ésta, grande, rápida, magenta y anaranjada…y después de haber pasado cuatro magníficos días regresamos a Schoelcher, casa.

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